jueves, 19 de marzo de 2020

CORONAVIRUS covi-19


Dicen que para mejorar la vida en las grandes ciudades, están pensando juntar varias manzanas de viviendas y hacerlas peatonales, y así crear islas de habitantes separadas del tráfico. La verdad es que la idea es buena. Pero a mí se me ocurre algo todavía más drástico, y es impedir que las ciudades crezcan más allá de lo razonable. Ciudades con cinco millones de habitantes son muy vulnerables a un virus como este covi19.
Pequeños núcleos de población, perfectamente equipados, de veinte o treinta mil habitantes, separados entre sí por unos pocos kilómetros, son más fáciles de aislar y de defender ante un coronavirus.
"desde mi ventana"
oleo sobre tabla, 21x40 cm.

Todos sabemos las ventajas de vivir en pueblos pequeños, todos sabemos la calidad de vida que proporcionan, y si además, están perfectamente equipados con médicos, policía, bomberos, etc. La vida se hace mucho más confortable en ellos.
Este coronavirus está poniendo en cuestión el modelo de sociedad que estamos creando. Las ciudades cada vez más grandes, los comercios cada vez más grandes, los hospitales cada vez más grandes, las empresas cada vez más grandes… la verdad es que este gigantismo social no trae nada bueno. Un hospital perfectamente equipado en un pueblo de veinte mil habitantes, es más eficiente que otro situado en una ciudad de cinco millones de habitantes. La policía es más eficiente en ciudades pequeñas que en monstruos de millones de habitantes. El tráfico es más eficiente en ciudades pequeñas que en las gigantescas.

"Cieza-balcón del Muro"
témpera sobre papel, 20x20 cm.

Hemos idealizado exageradamente las grandes ciudades, hemos idealizado todo el ocio que nos ofrecen, hasta los grandes centros comerciales están pensados para no salir de ellos en todo el día. Comprar, comprar y comprar, todo está pensado para comprar.
Parece que la calidad de vida solo la encontramos cuando nos vamos de vacaciones al pueblo, el resto del año trabajamos encerrados en una oficina sin ventanas. Un mes de vacaciones y once meses trabajando, esta proporción es a todas luces poco sana.
Tal vez habría que pensar en otras fórmulas, por ejemplo: trabajar tres días seguidos y tres días de descanso, o trabajar una semana y descansar la siguiente, o trabajar un mes y descansar el siguiente. Cualquier cosa es más justa que la actual. Hace tiempo se adoptó la fórmula ocho horas para trabajar, ocho horas para descansar y ocho horas para dormir. Hoy nadie discute esto. Algo habrá que hacer para mejorar esta vida de locos que llevamos todos. Con razón terminamos todos bajo una lápida que pone “descansa en paz”.


"Triptico de Cieza"
témpera sobre papel
20x20 cm. cada una.


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