Edward Hopper es un pintor con mensaje, sus cuadros dicen
cosas; en sus cuadros pasan cosas que el espectador puede ver, pero también puede
intuir que pasarán. Esta forma de pintar es muy atractiva, porque se establece
un dialogo entre la pintura y el espectador. Y eso amigos míos, es el sumun de
la pintura.
Edward Hopper no es muy bueno con el pincel, pero no lo necesita, porque su fuerza no es la pincelada exacta, su fuerza es la composición, la imagen que nos cuenta la soledad, el desánimo, la tristeza, la esperanza del hombre que espera al conductor que le pedirá que le llene el depósito de la camioneta (Gas Station-1940). Esa américa profunda es la que observamos en los cuadros de Hopper.
Hay un cuadro que me llama especialmente la atención “Noche
de verano” dónde vemos a una pareja en el porche conversando. Podemos oír las
chicharras en el aire nocturno. Podemos sentir el calor del chico que mira el
escote de la chica. Sabemos que están en silencio por sus bocas cerradas. Tal vez
es su primera cita. Tal vez van a romper su relación y por eso sus caras están serias.
La puerta de la casa está cerrada, pero Hopper nos invita a pensar que por la ventana
abierta, tal vez alguien los está observando. Hopper nos deja muchas preguntas
en el aire, para que seamos los espectadores quienes las respondamos.