Todas estas acuarelas son del Almorchón,
una pequeña montaña de Cieza, Murcia, autor, José Ato.
Hay territorios o lugares,
que por alguna razón, los pintores tienden a idealizar, convirtiéndolos así en un
motivo recurrente y muy repetido en sus cuadros, como hizo Claude Monet con su jardín
en Giverny, que fue prácticamente lo único que pintó durante los últimos años
de su vida, o como hizo Paul Cezanne, con la famosa montaña de Saint-Victoire y
que tantas veces pintó a lo largo de su vida.
En este sentido, la sierra
de Guadarrama, en Madrid, también fue un lugar idealizado y tomado como un icono,
para un grupo de pintores que a finales del siglo XIX y principios del XX empezaban
a pintar la naturaleza saliendo al aire libre, abandonando la costumbre de
pintar esos mismos paisajes dentro de sus estudios. Así lo hicieron pintores
como Carlos de Haes, Aureliano de Beruete, Jaume Morera, y también otros, como Joaquín
Sorolla, al que los historiadores del arte le atribuyen el denominado “Luminismo” por
las repetidas veces que pintó en sus cuadros la intensa luz de las playas de Valencia.
Aureliano de Beruete, sierra de Guadarrama.
Carlos de Haes, sierra de Guadarrama.
Jaume Morera, sierra de Guadarrama.
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