Los artistas contemporáneos parece que tienen miedo, o vergüenza de pintar cuadros normales, y se afanan en colgar en las paredes de sus exposiciones, cosas raras, lonas viejas, cartones manchados de pintura, trozos de madera inservibles, que nadie sabe que son ni para qué sirven, pero que cobran una nueva identidad cuando los artistas los exponen como si fueran obras de arte.
Afortunadamente
el arte contemporáneo también es Antonio López, Eduardo Naranjo, Pedro Cano,
Carmen Laffón… artistas que buscan la belleza, y en la mayoría de los casos la
encuentran, y la muestran a los demás.
Existe mucho
engaño en el arte contemporáneo actual, muchos de los trabajos son realmente ridículos,
experimentos artísticos que no cuajan en nada, que carecen de la solidez
suficiente como para ser considerados obras de arte; pero que nadie se atreve a
censurarlos por miedo a parecer paletos.
Los impresionistas
fueron los primeros en romper las reglas que habían marcado los gustos de la
sociedad de su tiempo. Después vinieron los fauvistas, los expresionistas, los
cubistas, los surrealistas, los abstractos… muchos cambios, tal vez demasiados,
y en muy poco tiempo; algo que dificulta y mucho, asimilarlos todos con naturalidad.
Pero la
figuración siempre estuvo ahí, sólida como un piedra que aguanta perfectamente
el paso del tiempo. La figuración no ha muerto, porque siempre habrá artistas como
Jaume Plensa, Cristina Iglesias y otros como ellos, que la mantendrán en los
niveles más altos de la creación artística, sin renunciar a la belleza.
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