Existe
una teoría que habla de la segunda vida de la obra de arte, propuesta por el
premio Nobel, Eugenio Montale. Esta teoría dice que para que exista arte, tiene
que haber una interacción con el espectador. La primera vida de la obra de arte,
es cuando el artista la está creando. La segunda vida es cuando esta obra llega
hasta el espectador, y se produce la admiración o el rechazo.
Esta
teoría podría explicar en parte, porque en el siglo XX consideramos como una
obra de arte, la “cabeza de toro” que
Pablo Picasso creó con dos objetos, aparentemente sin valor plástico, como el sillín
y el manillar de una bicicleta. Sin embargo ya no me parece una obra de arte, el caso del urinario vuelto del revés que Marcel
Duchamp expuso en Nueva York con el nombre de “La fuente” simplemente por darle la vuelta a algo que él no había creado.
Antes
la obra de arte era considerada por el valor que poseía ella misma, quedando su
autor en muchos casos en el anonimato. Ahora, se ha dado la vuelta a esta
situación y es el autor el que se vende como protagonista, pasando la obra a un
segundo plano. Incluso para colmo, en algunos casos, es el comisario de la
exposición el que aparece como protagonista.
Yo
creo que esto es un tremendo error,
porque en una exposición, la verdadera protagonista debe ser siempre la obra de arte.
Yo
creo que es un fraude al espectador, que un artista o un comisario, gracias a su habilidad, haga
pasar por buena, una mala obra.