domingo, 19 de abril de 2020

CLAUDE MONET / PINTOR DE LUZ

Claude Monet fue un pintor luminoso, que le gustaba pintar la luz, y por eso pintaba muchas veces la misma fachada de la catedral de Ruan, y desde el mismo punto de vista, porque Monet no estaba pintando la fachada, sino la luz que tropezaba y resbalaba por las filigranas de la piedra.




Monet eligió deliberadamente pintar un objeto banal, los almiares de paja del campo, porque él quería pintar la luz de la mañana, de la tarde, del invierno, del mediodía, no le interesaba pintar los almiares, quería pintar la luz que se posaba sobre ellos.



Cuando viajó a Londres, no pintó una postal del parlamento de Londres, pintó muchas veces la bruma de la mañana, la luz suave de la tarde, del mediodía, con nubes, sin nubes…pintó la luz de Londres, no el parlamento de Londres.



Al final de su vida, cuando la vista le fallaba mucho, Monet pintó la luz del agua que trascurría por su jardín, los reflejos que producían en el agua las sombras de los árboles, el brillo del puente japonés, la luz del amanecer, del atardecer… siempre la luz. Para Monet, los objetos eran simplemente el lugar dónde descansaba la luz.




jueves, 2 de abril de 2020

LIBROS


En mi décimo cumpleaños, allá por los años 70, mis tías me regalaron dos libros que me marcaron para toda la vida: El Lazarillo de Tormes y la Iliada; eran dos versiones juveniles, con algunas pocas ilustraciones, que hacían más fácil la lectura para un crio tan joven como yo.
Recuerdo que leí aquellos dos libros sin reservas, con verdadero placer. Además, eran tan distintos los temas que trataban los dos libros, que no me aburrieron en absoluto, y pasaba de uno a otro, sin ningún problema.



Después de muchos años, la querencia por la lectura todavía me tiene atrapado, y no se explicar muy bien porque, pero cuando paso por una librería, me asomo al cristal y me gusta ver los libros como si fueran dulces de caramelo. Y cuando compro un libro nuevo, lo primero que hago es olerlo; me gusta el olor de un libro recién impreso. Este gesto extraño es algo que vengo arrastrando desde niño, cuando mi madre me compraba los libros nuevos del colegio; ese olor a nuevo me llenaba de felicidad.

En mi vida, los libros son algo necesario, y no porque quiera parecer un intelectual, que no lo soy, sino porque los veo como objetos llenos de sabiduría, llenos de misterio, llenos de imaginación. Un libro es un territorio que hay que descubrir, un territorio que hay que explorar; y esto sucede cada vez que se abre uno de ellos.

"Libros" detalle, acuarela sobre papel.

"Libros" detalle, acuarela sobre papel.

"Libros" detalle, acuarela sobre papel.

"Libros" detalle, acuarela sobre papel.

lunes, 30 de marzo de 2020

HIEDRAS

Tengo una hiedra en mi terraza, y el otro día había una luz muy buena para pintar, así que tomé unos papeles y pinté estas tres acuarelas. En estos días de confinamiento en casa, tener una terraza privada, aunque solo sea de 35 m2, siempre es una gozada.

"Hiedra I" acuarela sobre papel, 14x28 cm.

"Hiedra II" acuarela sobre papel, 14x28 cm.

"Hiedra III" acuarela sobre papel, 14x28 cm.



viernes, 27 de marzo de 2020

FLORACIÓN 2020

El 23 de febrero del 2020, se inauguró en Cieza (Murcia) una exposición colectiva con motivo de la floración de Cieza; un evento que viene celebrándose en el Museo del Molino de Teodoro desde el año 2017. Las circunstancias extraordinarias de la pandemia del coronavirus ha hecho que se suspendieran todos los actos previstos de la floración de Cieza, y pocos días después de la inauguración de esta exposición, el Museo del Molino de Teodoro se cerró al público. Quiero dejar constancia en este blog, de la obra que expuse y de algunas fotos de aquel día.


Algunos artistas en el interior
del Museo Molino de Teodoro (Cieza)

Exterior del Museo Molino de Teodoro (Cieza)


"24 flores" acuarelas sobre papel 90x100 cm.

jueves, 19 de marzo de 2020

CORONAVIRUS covi-19


Dicen que para mejorar la vida en las grandes ciudades, están pensando juntar varias manzanas de viviendas y hacerlas peatonales, y así crear islas de habitantes separadas del tráfico. La verdad es que la idea es buena. Pero a mí se me ocurre algo todavía más drástico, y es impedir que las ciudades crezcan más allá de lo razonable. Ciudades con cinco millones de habitantes son muy vulnerables a un virus como este covi19.
Pequeños núcleos de población, perfectamente equipados, de veinte o treinta mil habitantes, separados entre sí por unos pocos kilómetros, son más fáciles de aislar y de defender ante un coronavirus.
"desde mi ventana"
oleo sobre tabla, 21x40 cm.

Todos sabemos las ventajas de vivir en pueblos pequeños, todos sabemos la calidad de vida que proporcionan, y si además, están perfectamente equipados con médicos, policía, bomberos, etc. La vida se hace mucho más confortable en ellos.
Este coronavirus está poniendo en cuestión el modelo de sociedad que estamos creando. Las ciudades cada vez más grandes, los comercios cada vez más grandes, los hospitales cada vez más grandes, las empresas cada vez más grandes… la verdad es que este gigantismo social no trae nada bueno. Un hospital perfectamente equipado en un pueblo de veinte mil habitantes, es más eficiente que otro situado en una ciudad de cinco millones de habitantes. La policía es más eficiente en ciudades pequeñas que en monstruos de millones de habitantes. El tráfico es más eficiente en ciudades pequeñas que en las gigantescas.

"Cieza-balcón del Muro"
témpera sobre papel, 20x20 cm.

Hemos idealizado exageradamente las grandes ciudades, hemos idealizado todo el ocio que nos ofrecen, hasta los grandes centros comerciales están pensados para no salir de ellos en todo el día. Comprar, comprar y comprar, todo está pensado para comprar.
Parece que la calidad de vida solo la encontramos cuando nos vamos de vacaciones al pueblo, el resto del año trabajamos encerrados en una oficina sin ventanas. Un mes de vacaciones y once meses trabajando, esta proporción es a todas luces poco sana.
Tal vez habría que pensar en otras fórmulas, por ejemplo: trabajar tres días seguidos y tres días de descanso, o trabajar una semana y descansar la siguiente, o trabajar un mes y descansar el siguiente. Cualquier cosa es más justa que la actual. Hace tiempo se adoptó la fórmula ocho horas para trabajar, ocho horas para descansar y ocho horas para dormir. Hoy nadie discute esto. Algo habrá que hacer para mejorar esta vida de locos que llevamos todos. Con razón terminamos todos bajo una lápida que pone “descansa en paz”.


"Triptico de Cieza"
témpera sobre papel
20x20 cm. cada una.