Italo Calvino y Pedro Cano
se conocieron una tarde de marzo de 1984, con motivo de una exposición que el
pintor estaba realizando en la Galleria Giulia, de Roma. Los dos artistas y la
mujer de Italo Calvino, Chichita Calvino, estuvieron hablando un buen rato y
Pedro le preguntó al escritor por el motivo de su visita, Italo Calvino le
respondió que le había llamado la atención los espárragos y los hinojos que
ilustraban el cartel de la exposición.
Poco tiempo después de
aquel encuentro, en septiembre de 1985, Italo Calvino murió. A finales de 1989,
Pedro estaba realizando otra exposición en Roma, cuando apareció otra vez por
la galería Chichita Calvino, y esta vez acompañada de Aurora Bernández, la
mujer de Julio Cortázar. En aquel nuevo encuentro, Chichita Calvino le regaló a
Pedro Cano, un ejemplar de la primera edición del libro “Las ciudades
invisibles” diciéndole que extrajera de aquel libro material para su trabajo.
Según confiesa el propio
Pedro Cano, aquel libro lo acompañó durante varios años en sus viajes, y de vez
en cuando, anotaba en sus páginas alguna idea que le surgía relacionada con las
ciudades del libro.
Al cabo de un tiempo,
Pedro Cano pintó 55 acuarelas, en papel hecho a mano. Y con ese trabajo realizó
varias exposiciones en diferentes ciudades de Roma y España. Dejando para
siempre unido la literatura y la pintura en uno de los trabajos más exquisitos
del arte, trabajo que puede verse integro, en la Fundación Pedro Cano, situada
en Blanca, su ciudad natal, en pleno Valle de Ricote, en Murcia.
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