Fue
un otoño cualquiera, yo venía de pasar unos días en el norte, y al bajar para el
sur, me pasé por Granada. Que siempre merece un ratico. La lluvia se había
comido la mole blanca de Sierra Nevada, pero su presencia velada tras la bruma
era todavía muy consistente. Subí hasta la al-Hambra andando, bajo la lluvia, respirando
los aromas húmedos de los árboles que rodean la Sabica. Es así cuando la
al-Hambra se pone más íntima, bajo la lluvia, como si fuera una mujer recién duchada.
El viento apenas rozaba las hojas de los árboles, que bailaban con las gotas
del agua. Entré con devoción en el Generalife, también bajo la lluvia, y supe con
certeza que había que pintar aquellos verdes y aquellos olores para no
olvidarlos nunca.
2 comentarios:
come sempre belli i tuoi acquerelli così delicati!
Anche il tuo scritto si legge volentieri e mostra quell'animo che traspare dai tuoi acquerelli
Un sorriso da Luisa
Gracias María Luisa por tu visita.
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